domingo, 7 de abril de 2013

Dos Matices.

Frío, el amigo frío vestido de añejo papel. El que torna los recuerdos y los momentos transcurridos en amarillento terror. Cuando el corazón se secó, se siguió la ruta, pues la vida es aburrida cuando tienes pendiente algo que hacer. Aún no logro avanzar bien.
La gente dice que es frío, pero estoy soñando, nunca he sentido frío en sueño. Siento cansancio y malestar en los huesos. Es aquí, donde nunca oscurece, donde el tiempo cada segundo asesina una célula de juventud de mi mal habido cuerpo, de mis memorias y mi inconformidad. Donde los árboles y nubes son dos matices, que se unen para crear la imagen escrita de ahora.
El dolor ya no vuelve, porque ha dejado pariendo el sufrimiento entre telarañas y colores subterráneos. Pereciendo en la cárcel donde duermo, donde me siento.
El pecho se me aprisiona al panoramizar mi alrededor. El trabajo que realizan los sacos caminantes al avanzar sin caminar es impresionante, duran años sin saber dónde darán a dormir su cerebro. Se alimentan del dolor de cabeza de mis constelaciones, y persuaden al enemigo para transformarse en lo que llamamos Amor.

Dos clases de apreciaciones que poseería si sigue el tiempo hasta hoy. Un negro antiguo junto a un blanco amarillento de fantasmal consuelo, el marchito devenir. Solo quedan rondando en vela los compañeros de la muerte y la curiosidad, tomados de la mano, esperando a que salga y me una a sus objetivos.

Yo, tu azul, mi amarillo y sus rosas copiadas de un pulpo cuyos tentáculos les atraviesa el crisol de sus corneas, cono y bastón.

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